México - Aquí estoy

¡Listo! Ya estoy en México. Tenía algunas dudas sobre la mejor manera de cruzar la frontera, pero al final, todo salió de maravilla.

Había preparado una lista detallada de todas mis pertenencias. El oficial de aduanas le echó un vistazo, abrió la cajuela del auto y, finalmente, pintó un símbolo cabalístico en mi parabrisas con un hermoso color rosa fosforescente. Después de varias idas y venidas entre las diferentes oficinas, obtuve mi permiso temporal de importación de auto y mi formulario de inmigración.

Así que aquí estoy, en los Estados Unidos Mexicanos. Y sí, ese es el nombre oficial de este hermoso país.

México está conformado por 31 estados y una entidad federal, la Ciudad de México, que es la capital del país.

Hasta la fecha, al igual que muchos otros quebequenses, solo conocía dos estados: Quintana Roo, con las famosas playas de la Riviera Maya, y Yucatán, y su extraordinaria pirámide de Chichén Itzá, una de las siete nuevas maravillas del mundo.

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Después de un día, ya he cruzado el estado de Nuevo León y admirado el Cerro de la Silla.

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Como siempre, tengo muchísima suerte. La carretera hacia el sur está perfecta.

Un poco más estrecha que en Texas, pero mucho más limpia. La cantidad de restos de neumáticos en las carreteras estadounidenses es suficiente para cubrir todos los vehículos de Canadá.

Ya te dije que la carretera hacia el sur está perfecta… pero la carretera hacia el norte es un poco diferente. Un semirremolque accidentado está causando un atasco kilométrico. Hasta donde alcanza la vista y más allá.

Es en esos momentos cuando comprendemos la importancia de ir al baño ANTES de salir.

Nos encontramos con algunos controles. Estos amables agentes de policía están allí para garantizar la seguridad nacional, así que con gusto les muestro mis documentos, consciente de su importancia.

Y, como siempre que interactúo con un funcionario público, uso mi arma secreta: una sonrisa, documentos bien preparados y... una sonrisa. Siempre funciona.

Tras pasar la noche en Matahuela, viajo por los estados de San Luis Potosí y Guanajuato, para finalmente llegar a Michoacán, donde tengo reservado un Airbnb en Morelia, una ciudad de casi un millón de habitantes.

Los primeros días son... difíciles. El cansancio del viaje, la altitud (1920 metros) y el choque cultural hacen que mi ánimo no esté en su mejor momento. Pero... solo dura un tiempo, y pronto vuelvo a sentirme mejor.

Para facilitarme las cosas, contrato los servicios de un facilitadora. Es más caro, pero... vale la pena.

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Rosy me está ayudando a obtener mi tarjeta de residente, mis licencias de conducir (de coche y moto), mi número de identificación fiscal, mi seguro médico e incluso a abrir una cuenta bancaria.

Conoce todos los trucos y a todas las personas que pueden agilizar el proceso.

Cuando digo que conoce a todo el mundo… ¡Incluso conoce al empleado de la oficina de registro de vehículos, que fue el primer amor de su hermana menor! No le da ningún privilegio especial, pero sin duda facilita las cosas.

Además, en el estado donde vivo, es posible obtener una licencia de conducir permanente. Por supuesto, aproveché la oportunidad.

Me estoy adaptando a mi nueva vida a un ritmo tranquilo…