México - Morelia

Llevo dos semanas en Morelia y me estoy adaptando a mi nueva vida. El ajetreo del comienzo está dando paso poco a poco al descubrimiento.

Cada vez pido más ayuda cuando la necesito, por ejemplo, para encontrar algo en el supermercado, para saber cómo tomar el autobús o para solicitar una prórroga del permiso de importación de mi coche en la aduana. Podría averiguarlo por mi cuenta con Google, pero estas pequeñas interacciones diarias me están dando más confianza y... ¡mejorando mi español!

Tengo que decir que todas las personas que conozco son increíblemente amables y realmente quieren ayudarme. Esto incluye al público en general, a los comerciantes, a los militares y a la Guardia Civil.

Estoy paseando por el casco antiguo de Morelia y me encanta lo que veo. Esta ciudad, fundada en 1541, 67 años antes que la ciudad de Quebec, y que, al igual que la ciudad de Quebec, está catalogada como Patrimonio de la Humanidad, es magnífica.

Por suerte, mi llegada a Morelia coincidió con las celebraciones del Día de la Independencia, como todos los días. Así que paseé, exploré y disfruté de los desfiles y las actividades.

Obviamente, los caballos ocupan un lugar de honor. Los montan hombres, mujeres, algunos a la amazona, e incluso niños... como esta niña que montó un burro con una elegancia sin igual, una herencia de sus antepasados.

Aprovecho para pasear por las callejuelas y, por supuesto, sentarme en un café a disfrutar de una excelente comida al son de la flauta.

Las fuentes salpican la ciudad como oasis de frescura, aunque aquí no son realmente necesarias. Morelia se encuentra a más de 1700 metros de altitud y disfruta de temperaturas perfectas durante todo el año: entre 5 °C y 14 °C por la noche y entre 22 °C y 29 °C durante el día. Noches frescas y días hermosos, ligeramente más cálidos: ¿qué más se puede pedir? La temperatura es tan perfecta que las casas aquí no tienen ni aire acondicionado ni calefacción.

Morelia es también un ejemplo excepcional de planificación urbana que combina las ideas del Renacimiento español con la experiencia de las "primeras naciones" mexicanas y que fue adaptada a las laderas del valle.

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Recorro la ciudad a pie, descubriendo con calma los parques y monumentos históricos, construidos con piedra rosada extraída en la región.

En particular, destaca la catedral. Curiosamente, es la única catedral mexicana orientada al norte, en lugar de al este, que es la orientación tradicional de las iglesias cristianas, simbolizando el amanecer y la resurrección de Cristo.

Esta peculiaridad se explica por los líderes de la época, quienes priorizaron la planificación urbana sobre la tradición.

La obra de ingeniería civil que más me impresiona es el acueducto. Construido en 1549 y con más de 1700 metros de longitud, ha sido mejorado e incluso reconstruido varias veces.

El acueducto transportaba agua hasta las afueras de la ciudad, desde donde se distribuía, a través de una tubería subterránea de arcilla, a fuentes, conventos y casas particulares. En 1910, fue reemplazado por una estructura más moderna, pero sin duda menos atractiva. Afortunadamente, la construcción original se ha conservado.

Uno de mis objetivos al mudarme a México es conocer mejor su cultura culinaria. Así que, desde mi llegada, he estado probando, degustando y saboreando.

Probé verduras y frutas que solo conocía de nombre… hasta ahora, y otras completamente nuevas para mí. Nopales y tuna, chayotes picantes, infinidad de variedades de chiles y quesos nuevos que nunca había probado y a los que tengo que acostumbrarme.

No podría haber soñado con una mejor introducción a México, y ya estoy deseando continuar mi aventura.